La isla diferente
Lanzarote es sinónimo de volcanes, campos de lava, rocas de formas imposibles, tierras negras y rojizas que contrastan con las típicas casas blancas, el azul del mar y el celeste del cielo. El paisaje de la más oriental de las Islas Canarias se completa con austeras montañas de suave relieve, hermosas playas de arena blanca y dorada, frondosos palmerales… y el silencio, que también forma parte del enigmático paisaje lanzaroteño.
En esta isla Reserva de la Biosfera, tienen cabida animados centros turísticos y pequeñas localidades donde se respira tranquilidad. Conviven así los grandes hoteles y bungalows de los núcleos costeros con las casas rurales, villas y hoteles boutique de los encantadores pueblos del interior. Una completa oferta de primer orden para garantizar las mejores vacaciones en cualquier época del año disfrutando del extraordinario clima. Inmejorables condiciones que, junto a infraestructuras y servicios de calidad, han encontrado en esta isla aficionados y profesionales a todo tipo de deportes para sus entrenamientos.
Lanzarote es el primer destino mundial en obtener la certificación Biosphere Responsible Tourism.
El desarrollo de Lanzarote se ha realizado de manera sostenible y en armonía con el entorno, gracias especialmente a la labor incansable del artista universal César Manrique quien, además de intervenir en el paisaje con su enorme talento, supo transmitir a sus paisanos el amor y respeto por su tierra. Una tierra en la que turismo, arte y naturaleza se dan la mano.
Además de por los impresionantes paisajes, que a veces nos recuerdan a la superficie de Marte, Lanzarote también fascina por el milagro que surge de su suelo volcánico. En él, y aunque parezca imposible, la vida se abre paso haciendo factible la producción de sus famosos vinos con Denominación de Origen.
¿Es o no una isla diferente?
Sol y mar, la revitalización perfecta
Además de recorrer los paisajes volcánicos, en Lanzarote también podemos encontrar la revitalización perfecta en sus maravillosas playas, relajarnos tumbados al sol sobre la arena blanca o dorada, y refrescarnos en cristalinas aguas turquesas. Muchas de ellas son ideales para los más pequeños de la familia al quedar resguardadas del oleaje y las corrientes, al igual que las piscinas naturales que se han formado al abrigo de las lenguas de lava que llegaron al mar tras las erupciones.
También las hay para quienes disfrutan con las olas o de largos paseos por la orilla, para los que buscan la soledad o por el contrario, prefieran animadas playas y puertos deportivos con todos los servicios de ocio, restauración y comercios para completar un día perfecto.
Papagayo
En el sur de Lanzarote está una de las playas más populares de la isla: Papagayo, una cala de arena blanca, pequeñas dimensiones y enorme belleza. En forma de bahía o concha (como prefieren calificarla algunos residentes), Papagayo seduce por sus aguas transparentes de color esmeralda que permanecen todo el día inmóviles como si de una piscina se tratase. Ideal para iniciarse en el snorkel y disfrutar de la riqueza de sus fondos o dejar que los niños chapoteen sin preocupaciones.
Playa de Famara
En el noroeste de la isla de Lanzarote se extiende, a lo largo de más de cinco kilómetros de arena rubia, la conocida como playa de Famara. Está ubicada dentro del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, entre el pueblo marinero de La Caleta de Famara y la base del impresionante risco de Famara.
Muchas de las playas de la isla son ideales para los más pequeños de la familia al quedar resguardadas del oleaje y las corrientes.
Recorrer inspiradores paisajes volcánicos
Los paisajes volcánicos de Lanzarote nos despiertan sensaciones únicas. Son inspiradores, enigmáticos, misteriosos… Nos atrapan en una conexión íntima difícil de explicar, nos llenan de energía. ¿Por qué será? ¿Será porque nos muestra el poder de la naturaleza? porque nos devuelve a los orígenes?
Preguntas que se responden instintivamente cuando estamos en el Parque Nacional de Timanfaya, la máxima expresión del volcanismo en la isla y una de las más representativas del archipiélago canario. Un paisaje áspero, contundente, salvaje, donde el silencio más sepulcral cobra también especial protagonismo. Las Montañas del Fuego pueden visitarse en un recorrido guiado en autobús, durante el cual permanecemos sobrecogidos por un horizonte abigarrado, ocupado por conos volcánicos, campos de lava, rocas de formas caprichosas… Un conjunto para el que la naturaleza ha elegido una especial paleta de colores, en la que se mezclan las tonalidades rojas y naranjas con los ocres, pardos y negros.
Muy próximo a la entrada del Parque Nacional se encuentra el Echadero de camellos, el lugar donde es posible subirse a lomos de este extraordinario animal y experimentar una ruta por los volcanes sintiendo la brisa y el crujir de los fragmentos de lava, rodeados de un paisaje estremecedor.
Y esto no es todo, pues el volcanismo se manifiesta en cualquier rincón de Lanzarote: en la costa, en los campos de cultivo, en los pueblos del interior. Sin embargo, pese a las extremas condiciones del entorno, varias generaciones de isleños han sabido obtener el máximo provecho de una tierra aparentemente estéril. Sí, solo aparentemente, porque esta isla guarda muchas sorpresas bajo su manto volcánico.
En el Restaurante El Diablo, en Timanfaya, se cocinan alimentos con el calor que llega desde el interior de la tierra. A tan solo unos metros de profundidad la temperatura es extrema, un calor que asciende a la superficie en forma de pequeños géiseres que siempre sorprenden a los visitantes.
En Lanzarote también podemos adentrarnos en el fascinante mundo subterráneo creado por las erupciones. Cuevas y túneles volcánicos que pueden visitarse gracias a las actuaciones realizadas de manera respetuosa y sostenible. Espacios como los Jameos del Agua, en el que intervino la mano del genial artista César Manrique, o la Cueva de los Verdes, son claros ejemplos que nos ofrecen la oportunidad de conocer los secretos de las entrañas de la tierra.
Parque Nacional Timanfaya
De no ser por el intenso azul del cielo, muchas fotos tomadas en Timanfaya podrían pasar por paisajes del planeta Marte. Los volcanes y campos de lavas vírgenes de este parque nacional de 5.000 hectáreas situado junto a la costa occidental de la isla de Lanzarote constituyen uno de los espectáculos visuales más pintorescos de las Islas Canarias. Inalterada por la mano humana, ni la vegetación ni el clima han tenido tiempo de modificar la belleza pura de esta tierra roja y azabache incluida en una Reserva de la Biosfera de la Unesco.
Un paisaje vitivinícola único en el mundo
El paisaje de La Geria es una de las mayores sorpresas que guarda Lanzarote. Una gran extensión cubierta por pequeños fragmentos de negra roca volcánica, expulsados durante las erupciones de Timanfaya, es aprovechada por los agricultores lanzaroteños para el cultivo de la vid. Este material es capaz de retener la humedad de la noche, imprescindible en una isla donde las precipitaciones son escasas. Una técnica tradicional que se completa con los característicos muros de piedra para proteger a las vides del viento, creando así un paisaje espectacular y único en el mundo.
Los vinos resultantes, con Denominación de Origen, son especiales y reconocidos internacionalmente. Lo mejor de todo es que se pueden degustar en alguna de las bodegas mientras disfrutamos de la belleza del entorno.
El paisaje de La Geria es una de las mayores sorpresas que guarda Lanzarote.
Lugares donde arte y naturaleza se funden
Lanzarote tuvo la suerte de tener al genial César Manrique, un artista polifacético universal que supo como nadie conjugar arte y naturaleza. Defensor a ultranza de los espacios naturales y profundamente enamorado de la isla que lo vio nacer, solo intervenía en ellos para mejorarlos y que se convirtieran en lugares para ser admirados eternamente.
En Lanzarote dejó gran parte de su legado artístico. Quizá el máximo exponente sea los Jameos del Agua, uno de los centros turísticos más visitados de la isla, donde Manrique desplegó toda su genialidad. Este túnel volcánico, con su famoso y espectacular auditorio natural, alberga una formación geológica muy singular, un lago interior originado por filtraciones marinas en el que vive un pequeño crustáceo blanco y ciego, único en el mundo.
El Mirador del Río es otra de sus creaciones. Perfectamente integrado en el entorno, desde esta atalaya natural situada sobre los impresionantes acantilados de Famara se contemplan espectaculares vistas del Archipiélago Chinijo, formado por la isla de La Graciosa y cuatro islotes. En el excepcional paisaje de Timanfaya supo incorporar de manera magistral el restaurante El Diablo, cuerpos cilíndricos acristalados que nos hacen sentir parte del entorno volcánico.
En los Jameos del Agua de Lanzarote existe un pequeño crustáceo de color blanco y ciego único en el mundo, conocido como “jameito”.
De Manrique a Saramago: guía de los museos más singulares
Una ruta natural y cultural singular por Lanzarote de la mano del artista César Manrique.
A esta ruta para admirar la obra del artista inigualable hay que añadir, además del Jardín de Cactus, el Castillo de San José y el Museo del Campesino, la que fue su casa en el Taro de Tahiche -hoy sede de la Fundación- edificada sobre una colada de lava. También es imprescindible la visita a la Casa-Museo César Manrique en Haría, una antigua vivienda de labranza situada en el interior de un palmeral que rehabilitó para vivir y trabajar allí hasta su fallecimiento en 1992 por un fatídico accidente de tráfico.
El paraíso de los deportes
La isla ha logrado hacerse un hueco en las agendas de entrenamiento de deportistas de élite europeos, sobre todo en los meses de invierno en los que el frío del continente hace imposible la práctica de deportes al aire libre.
Carrera, ciclismo, golf, toda clase de deportes acuáticos… No hay disciplina que se le resista a Lanzarote gracias al extraordinario clima que reina todo el año, sus entornos privilegiados y una amplia oferta de alojamientos, instalaciones y servicios de primer nivel, capaces de satisfacer las demandas más exigentes. Prueba de ello es la celebración en la isla de importantes competiciones deportivas como el Ironman, una de las pruebas de triatlón más duras del mundo.
Combinar las vacaciones con algo de ejercicio físico es un excelente plan. Y si es Lanzarote el destino elegido, el éxito está garantizado.
¿Por qué el Ironman de Lanzarote es uno de los más duros del mundo?
El Ironman de Lanzarote es considerado como una de las pruebas más duras del calendario deportivo internacional y como consecuencia, tiene una de las tasas de abandono por parte de los deportistas más elevada del mundo… ¿te atreverías?
Los forofos de los deportes seguramente habrán oído hablar del Triatlón de Lanzarote, que se enmarca en los campeonatos Ironman. A nivel mundial, se celebran 37 eventos de esta modalidad conocida por su gran dificultad, con las disciplinas deportivas y distancias de idénticas características: la prueba de natación es de 3,8 kilómetros; la de ciclismo, de 180; y la carrera a pie, de 42,2. Se realizan de forma sucesiva y sin interrupción entre una y la siguiente. Sin embargo, el Ironman de las Islas Canarias está considerado como uno de los más difíciles del planeta por realizarse en condiciones geográficas y climatológicas muy variables y casi extremas. Por eso mismo causa tanta fascinación como ansias de superación por parte de quienes se fijan como propósito completar la competición. Las cifras hablan por sí solas: cada año levanta pasiones y cuenta con una participación masiva de más de 2000 triatletas (la mitad de los cuales suelen ser profesionales) venidos de todo el mundo y más de 5000 personas -voluntarios y de la organización- participan en su desarrollo y aseguran unos parámetros de seguridad.
Pueblos entre volcanes
Siendo la isla diferente, es de esperar que sus pueblos también lo sean. Las sucesivas erupciones volcánicas que han dibujado el paisaje actual han resultado igualmente determinantes para los asentamientos donde la vida discurre entre volcanes y lava. No ha sido fácil, pero el resultado es inmejorable, tanto para los lugareños como para quienes visitan este inusual territorio insular.
De hecho, en la extensa superficie que ocupa el Parque Natural de los Volcanes únicamente existe un núcleo de población, El Golfo, pintoresco pueblo marinero al que hay que visitar para degustar un exquisito pescado fresco. Yaiza, primer enclave europeo en el archipiélago canario, se encuentra en el borde del área sepultada por las erupciones volcánicas de Timanfaya. Esta encantadora localidad destaca sobre todo por su cuidada arquitectura tradicional.
Otro pueblo que debe estar en nuestra ruta es Teguise, villa noble y señorial que aún conserva ese aire de esplendor en las calles empedradas de su acogedor casco histórico. Aquí se celebra además el famoso mercadillo que atrae cada domingo a miles de visitantes locales y turistas. Haría es la zona más verde de la isla, de hecho es también conocida como el Valle de las Mil Palmeras que se entremezclan con las típicas casas blancas.
No te vayas sin probar…
Los vinos de la variedad Malvasía Volcánica, única en el mundo, de gran calidad por su equilibrio, sabor y perfume.